Las instalaciones eléctricas son parte esencial de nuestras vidas, pues a diario y cada hora estamos haciendo uso de equipos que funcionan gracias al suministro de energía que estas brindan, ya sea en nuestro hogar, centro de labores, locales públicos y hasta en la calle.

En Cuba, la importancia del cumplimiento de las normas eléctricas es ampliamente subestimada; especialmente en el sector residencial. Lo primero que debemos aceptar es que una sociedad civilizada y desarrollada funciona gracias a reglas y normas que debemos conocer y cumplir.

Por regla general, en el mundo nadie «mueve un tornillo» si no sabe hacerlo o se encuentra certificado para ello; máxime cuando está en juego la seguridad de las personas.

¿Pero que hay de nosotros los cubanos?

Nosotros sabemos de todo, al menos eso decimos… Si no tenemos el destornillador, vemos si un clip nos sirve. Se trata de una cuestión cultural e histórica. Tantos años de crisis nos forzaron a ser prácticos y buscar soluciones, que si bien no son seguras y cumplen con los estándares y medidas de seguridad nacionales e internacionales, si han sabido suplir una necesidad en momentos de desesperación.

A pesar de ello, la sociedad cubana continúa integrándose al siglo XXI y sus nuevas tecnologías, sin embargo, las instalaciones eléctricas que hacen posible disfrutar de las comodidades de este siglo, continúan estancadas en el siglo pasado y en las aberraciones cometidas durante un periodo especial.

En la industria de la construcción gubernamental y privada el incumplimiento de los proyectos de diseño y el uso de materiales inapropiados son problemas comunes. A pesar de existir un proyecto eléctrico con un presupuesto que responde a materiales específicos a emplear, en muchas ocasiones los ingenieros no logran proyectar una obra ejecutable y en el campo, los ejecutores «adaptan» su propias soluciones; y es ahí cuando las normas son olvidadas y no se respetan los cálculos, ni la calidad o las especificaciones de los materiales.

Es común que las instalaciones eléctricas en Cuba operen sin cumplir al 100% las condiciones mínimas de seguridad que marcan las Normas Oficiales, al fin y al cabo, la Unión Eléctrica misma, no las cumple ni las hace cumplir, tanto por el empleo de materiales que no cumplen con los estándares, como a causa de mano de obra mal ejecutada.

Son miles los casos donde las viviendas son construidas de manera formal por una constructora, una cooperativa o un contratista bajo la supervisión de un experto, o incluso mediante el esfuerzo propio, y que tienen una instalación eléctrica fuera del cumplimiento normativo. Adaptar el proyecto eléctrico al mínimo costo posible es una de las principales razones por la que esto sucede y se traduce en un diseño incorrecto y en la mala calidad de los materiales instalados.

No contar con los criterios de seguridad acorde al diseño y construcción de las viviendas, conforme a las Normas Oficiales de Cuba (REC – Reglamento Electrotécnico Cubano, NC 800-1 del 2017, que se encuentra basada en la Norma Internacional IEC 60364), puede provocar accidentes, sumado a que el usuario haga un uso incorrecto de la instalación al sobrecargarla con demasiados aparatos eléctricos.

En la actualidad, la ausencia de información estadística que evalúe las condiciones de las instalaciones eléctricas en hogares, centros de trabajos, pequeños negocios, edificios multifamiliares y centros de producción; y su capacidad para seguir funcionando bajo condiciones seguras, es uno de los principales problemas a la hora de disponer de datos que permitan medir el nivel de incumplimiento de las normas y sus consecuencias.

El grupo Watt Electric se encuentra trabajando en el diseño de un Plan de Revisión y Monitoreo de Instalaciones Eléctricas en Viviendas, que permita recopilar información diferentes variables de interés. La revisión periódica en viviendas y otros tipos de inmuebles utilizados es esencial para mitigar los accidentes a los que día tras día se enfrentan los usuarios.

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